Casa Crisálida

Ubicación: Santo Tomé, Santa Fe, Argentina.
Proyecto: 2025.
Superficie: 152,40 m²

Memoria Descriptiva:
Al interior de un barrio tranquilo, donde la vida transcurre entre la calma doméstica y el rumor lejano de la ciudad, se implanta Casa Crisálida: una vivienda unifamiliar concebida como espacio de transformación, crecimiento y resguardo.
Su nombre evoca ese instante suspendido en el tiempo en que la crisálida cobija el proceso de la metamorfosis: un espacio íntimo donde todo cambia, sin que nada parezca moverse. Así también es esta casa: un refugio en constante devenir, que guarda la potencia de lo que aún no es, pero está en camino de ser.
Desde el acceso, un pequeño recibidor funciona como umbral, marcando la transición entre el afuera y el adentro, entre la velocidad del mundo y la pausa del hogar. Una vez dentro, se despliega un amplio espacio flexible, donde conviven estar, comedor y cocina; abiertos visual y físicamente hacia un jardín cuya vegetación actúa como telón de fondo. Las visuales atraviesan el espacio, permitiendo que el verde forme parte de la vida cotidiana, que la luz natural lo invada todo, y que el tiempo adquiera una nueva escala.
Al subir la escalera, una ventana estratégicamente ubicada recibe al visitante con una apertura que expande el espacio y orienta la mirada hacia el entorno. Allí se organiza el ámbito más privado: dos dormitorios amplios, un baño completo, un lavadero y un espacio de tendido oculto que permite resolver lo cotidiano sin interrumpir la armonía del conjunto.
Formalmente, la vivienda se estructura a partir de dos volúmenes superpuestos que establecen un diálogo armónico entre protección y apertura. El volumen inferior, de presencia sólida pero elegante, ancla la casa al suelo, la contiene y la protege del asoleamiento. Sobre él se posa un volumen blanco, liviano y luminoso, que se abre con discreción hacia la vía pública, a través de dos aperturas cuidadosamente dispuestas. Desde allí, se contempla la ciudad como quien observa desde un lugar seguro y propio.
Esta doble condición – de introspección hacia el interior y contemplación hacia el afuera – es la que define el carácter de Casa Crisálida. Una casa que no se exhibe, sino que se guarda. Que no se impone, sino que se inscribe con respeto en su contexto.
Pensada para construirse por etapas, esta vivienda acompaña los ritmos reales de la vida: sus pausas, sus aceleraciones, sus bifurcaciones. No busca completarse de inmediato, sino crecer con sus habitantes, en sintonía con sus decisiones y sus tiempos. Como la crisálida, guarda en su interior la promesa de lo que vendrá.
Casa Crisálida es, al fin y al cabo, una arquitectura emocional y consciente. Un proyecto que celebra los vínculos, abraza los procesos, y entiende que habitar no es sólo vivir un espacio, sino transformarse con él.